El silencio en el tambo azul: un mensaje macabro sacude a Francisco Villa II

Fue un hallazgo fortuito, aunque el azar en Tijuana suele tener la forma de la rutina policial. Agentes municipales patrullaban la calle Sonora, entre Saucillo y Michoacán, cuando la forma del contenedor llamó su atención. El bulto sospechoso no tardó en confirmar los peores temores.

Tijuana, B.C. — En la penumbra de la madrugada, en una calle como tantas de la colonia Ejido Francisco Villa Segunda Sección, un objeto ordinario —un tambo de plástico azul— se volvió símbolo del horror. Adentro, el cuerpo sin identificar de un hombre, envuelto en una alfombra, con visibles huellas de violencia. Encima, una cartulina verde: no un nombre, no un adiós, sino una amenaza, dirigida a quienes se supone deben protegernos.

No se sabe aún quién era el hombre, ni cuánto tiempo llevaba ahí. Lo que sí se sabe —de manera extraoficial— es que el mensaje hallado sobre su cuerpo iba dirigido a una corporación policiaca, una advertencia directa, escrita en el lenguaje de la impunidad.

La respuesta fue inmediata: un operativo conjunto de Policía Municipal, Ejército Mexicano y Fiscalía General del Estado selló la zona. Pero en los alrededores, las puertas cerradas, las ventanas a oscuras y el silencio de los vecinos dicen más que cualquier comunicado oficial.

Este hallazgo no es solo la crónica de otro homicidio. Es un recordatorio brutal del poder del miedo y del mensaje que los cuerpos, sin querer, terminan llevando. En Tijuana, el horror no siempre grita; a veces se esconde dentro de un tambo azul, esperando a ser encontrado.

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