Tijuana, B.C. — Bajo la penumbra de la noche y el zumbido constante de los autos sobre la Vía Rápida Alamar, el cuerpo de una mujer fue localizado el domingo 29 de junio, justo a la altura del puente El Vergel, en una escena que reveló más preguntas que respuestas.
Cubierta parcialmente con una bolsa negra, atada de las piernas con un lazo color café y sin ropa de la cintura hacia abajo, la víctima yacía en un tramo solitario de la vialidad, donde la indiferencia del tránsito rápido suele engullir lo invisible. Fue una patrulla de la Policía Municipal la que, al realizar un recorrido preventivo, descubrió el cuerpo.
De acuerdo con los primeros reportes, la mujer presentaba visibles huellas de violencia. Aunque hasta el momento no ha sido identificada oficialmente, se estima que tenía entre 25 y 35 años. Sobre su piel, tres tatuajes: una hoja de marihuana, una calavera y la inscripción “4:20” en una de sus piernas. Marcas personales, posibles claves para reconstruir su historia.
La Fiscalía General del Estado se hizo cargo del caso, iniciando una investigación por homicidio. No hay personas detenidas ni se ha confirmado la causa oficial de la muerte, aunque las circunstancias del hallazgo apuntan a un feminicidio.
En Tijuana, como en muchas ciudades del país, los cuerpos de mujeres siguen apareciendo en espacios urbanos donde la violencia se disfraza de rutina y el anonimato es parte del paisaje. Esta mujer, cuyo nombre aún se desconoce, se suma a una estadística dolorosa, pero también representa una vida que merece justicia, memoria y verdad.
La escena fue resguardada por autoridades municipales mientras peritos de la Fiscalía realizaban el levantamiento del cuerpo y la recolección de indicios. El tráfico, por momentos, se detuvo; pero luego volvió a fluir. Como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, algo sí pasó. Y merece ser contado.
Fotografías: Arturo Rosales.