Tijuana, B.C. La tarde avanzaba con su habitual congestión en Zona Río cuando, de pronto, la tensión se apoderó del asfalto. El sonido de las sirenas rompió la rutina y, con él, la imagen de un conductor que huía, desafiando cada norma, cada línea amarilla, cada sentido vial.
A bordo de un Honda Accord blanco, el hombre decidió evadir a las autoridades por la vía más peligrosa: en contraflujo sobre el bulevar Paseo de los Héroes. A la altura de la tienda Office Depot, su intento de escape alcanzó el clímax: un violento choque contra una camioneta Pathfinder negra puso fin a su carrera.
El impacto detuvo más que vehículos. Por minutos, detuvo la ciudad.
La persecución terminó con el arresto del conductor, rodeado por un operativo que ocupó el tramo entre la glorieta Ignacio Zaragoza y la avenida Abraham Lincoln. El tráfico colapsó. Los conductores atrapados observaron el despliegue policial con una mezcla de impaciencia y asombro. Algunos grabaron. Otros solo miraron en silencio.
En una ciudad donde los hechos se mueven rápido y la violencia toma formas inesperadas, lo ocurrido fue una postal fugaz del riesgo que se oculta detrás de una maniobra imprudente. Nadie resultó con lesiones graves, pero el eco del estruendo aún vibraba en el concreto.
Y en medio de la confusión, una certeza: la calma puede quebrarse en un instante, incluso en pleno corazón de la ciudad.
