Tijuana.— Este jueves, la ciudad se tiñó de arte natural. Desde la delegación Playas de Tijuana, el horizonte se encendió con pinceladas de naranja, púrpura y dorado, mientras el sol se despedía lentamente del día. Sobre el lienzo de colores, una luna creciente, fina y elegante, flotaba como joya de plata, recordando que la noche estaba a punto de tomar el relevo.
Vecinos y visitantes detuvieron su paso, algunos con el teléfono en alto, otros simplemente con la mirada perdida en el cielo, atesorando la postal. Las olas, en calma, parecían acompañar el espectáculo con su propio compás, mientras la brisa marina completaba la escena.
No hubo discursos ni anuncios oficiales; sólo la certeza de que, por unos minutos, Tijuana entera compartió un mismo momento de belleza. Un regalo de verano, efímero y perfecto.
