Tecate, B.C. — Desde el cielo, el paisaje es desolador: una extensa alfombra negra cubre lo que alguna vez fueron bosques, ranchos y hogares. Por trece días consecutivos, el municipio de Tecate ha sido el escenario de uno de los incendios forestales más agresivos de los últimos años, dejando tras de sí más de 12 mil hectáreas devastadas y decenas de familias sin techo.
El fuego, que inició el pasado 16 de junio en el Ejido Guadalajara 2, se propagó con velocidad incontrolable por las montañas, teniendo como epicentro la emblemática región de La Rumorosa. El rancho Club Hacienda, ubicado a solo siete kilómetros de la avenida principal del poblado, fue uno de los puntos más golpeados: doce viviendas, muchas de ellas hechas de madera y lámina, quedaron reducidas a cenizas.
La pérdida no ha sido solo material. Miles de árboles, flora nativa y especies de fauna silvestre han sido consumidas por las llamas. Conejos, aves, reptiles y otros animales pequeños no tuvieron escapatoria. En medio del silencio que sigue al fuego, solo quedan los restos carbonizados de un ecosistema herido.
Más de 200 bomberos y rescatistas, provenientes de distintos municipios de Baja California, han trabajado sin descanso. Según la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el incendio permanece controlado en un 70% y con un 45% de liquidación, pero el riesgo sigue latente: el clima seco, el viento y el terreno escarpado complican cada jornada.
La Cruz Roja ha desplegado un operativo regional. Ambulancias y personal médico han llegado desde Mexicali, Tijuana, Tecate y La Rumorosa para atender tanto a los combatientes del fuego como a la población vulnerable, afectada por el humo persistente. La calidad del aire ha caído a niveles preocupantes, especialmente para niños, niñas y adultos mayores.
En comunidades como Rancho Ramírez, Bosques del Cóndor, Ejido Cuarzo Rosa y zonas de La Rumorosa, la alerta de evacuación se mantiene. Son lugares donde el fuego aún podría regresar con fuerza.
El sábado 28 de junio por la tarde, una nueva amenaza obligó a redoblar esfuerzos: una lengua de fuego se abría paso en el Ejido Doctor Gustavo Auvanel Vallejo, cerca del Parque Eólico de La Rumorosa. Los bomberos formaron un muro humano contra el avance de las llamas.
Tecate arde, pero no se rinde. Entre cenizas, la comunidad resiste. Y mientras la tierra se enfría lentamente, queda la promesa —implícita en cada palada de tierra que sofoca las brasas— de volver a empezar.