El incidente comenzó con un Jeep Liberty que no logró frenar a tiempo. El primer impacto fue contra un Nissan Altima, que —como ficha de dominó— se proyectó con fuerza contra un Mazda, el cual, a su vez, golpeó a un Chevrolet Aveo. Ninguno de los conductores lo vio venir. Ninguno tuvo tiempo de reaccionar.
Tijuana, B.C. — El bullicio cotidiano de la ciudad quedó interrumpido por una secuencia de golpes secos, breves, pero suficientes para alterar el ritmo de la mañana. Sobre la incorporación de la vía rápida hacia el bulevar Padre Kino, cuatro vehículos quedaron inmóviles, atrapados en un accidente que evidenció lo que muchas veces se olvida: un segundo basta para cambiarlo todo.
A pesar de lo aparatoso del siniestro, no se reportaron personas lesionadas. Paramédicos acudieron al lugar para valorar a los ocupantes, mientras elementos del Cuerpo de Bomberos y de la Policía Municipal se encargaban de coordinar el tránsito y evitar un nuevo percance.
Los peritos de la Sección de Tránsito iniciaron con las diligencias para determinar las responsabilidades. Según los primeros reportes, todo apunta a un error común pero costoso: la falta de precaución del conductor del Jeep, quien no guardó la distancia mínima requerida entre vehículos.
Aquel tramo del bulevar quedó por un momento en pausa. Motores apagados, cristales estrellados y conductores que, entre el susto y la resignación, intercambiaban datos y disculpas. No hubo víctimas, pero sí una lección: en el ajetreo de la ciudad, manejar con prisa puede salir mucho más caro de lo que se cree.
Fotografías: Miguel Montalvo
