El reloj apenas marcaba las primeras horas del día cuando el estruendo interrumpió la rutina del Bulevar 2000. A la altura del rancho Casián, en dirección a Rosarito, la escena era impactante: una Ford F-150 y una Ford Ranger habían colisionado, dejando uno de los vehículos volcado sobre el camellón central, con su conductor atrapado en el interior.
En cuestión de minutos, el sitio se convirtió en escenario de acción, tensión y coordinación. Diez bomberos descendieron de sus unidades con un objetivo claro: salvar una vida. Con herramientas hidráulicas y experiencia en sus manos, comenzaron a desmantelar cuidadosamente el vehículo negro que, ahora inerte, aprisionaba al hombre entre sus láminas dobladas.
Cada segundo contaba. Las instrucciones se gritaban con precisión, mientras uno sostenía, otro cortaba, y un tercero mantenía la calma del herido. Finalmente, tras maniobras complejas, lograron liberarlo.
Paramédicos de la Cruz Roja ya esperaban a pocos metros. Aplicaron los primeros auxilios y lo trasladaron de inmediato a un hospital. La pareja que viajaba en la Ford Ranger fue atendida en el sitio; salieron ilesos, aunque con el susto tatuado en la memoria.
Las autoridades aún no logran precisar qué provocó el accidente. No hubo mayores afectaciones al tráfico, como si la carretera hubiese abierto paso al auxilio. Pero para quienes presenciaron la escena, el recuerdo permanecerá más allá del polvo y el metal: la imagen de un grupo de rescatistas ganándole el pulso a la tragedia.