El silencio tras los disparos: crónica de un asesinato en plena luz del día

Tijuana, B.C. – A veces, la muerte llega sin previo aviso, en medio del bullicio de un día cualquiera. Así ocurrió en la colonia Juárez, donde una mujer cayó abatida frente a un negocio de venta de maple, sobre el bulevar Fundadores. Fue un viernes a plena luz del día. Fue un momento que detuvo el tiempo.

Los comerciantes aún no se reponían del primer café cuando las detonaciones cortaron el aire. Nadie gritó. Nadie corrió. Solo un instante helado, seguido por miradas incrédulas hacia una figura desplomada sobre la acera: una mujer con el rostro ensangrentado, el cuerpo inmóvil frente a una plaza que hasta minutos antes era rutina.

El reporte llegó rápido. Patrullas rompieron el tránsito con sus luces, y los paramédicos de la Cruz Roja llegaron con la urgencia que exige lo irreversible. Pero no hubo nada por hacer. Solo confirmar que la vida ya se había ido.

Los testigos intentaron reconstruir lo que pasó: un hombre, delgado, vestido con un uniforme similar al de una empresa de paquetería. Llevaba una gorra, una cangurera al costado y una prisa que no parecía improvisada. Tras los disparos, corrió hacia el bulevar Agua Caliente. Lo vieron desaparecer entre vehículos y murmullos.

Las autoridades desplegaron un operativo inmediato. Revisaron cámaras, se dispersaron por las calles, buscaron pistas en un perímetro que, como tantas veces, parecía contener más preguntas que respuestas. El agresor no fue localizado. Al menos no ese día.

Peritos en criminalística acordonaron la escena. Cada casquillo se recogió como si se tratara de un fragmento de verdad, de una pieza que pudiera explicar por qué. Pero nadie en la plaza tenía esa respuesta. Solo el eco de los disparos y la imagen persistente de una mujer que no volverá.

En Tijuana, donde las estadísticas conviven con la cotidianidad, la violencia sigue desafiando la capacidad de asombro. Y, sin embargo, cada historia como esta, cada rostro caído sin justicia inmediata, merece ser contada con la dignidad que la prisa informativa suele negar.

Porque detrás de cada nota breve, hay una vida que fue. Y un silencio que permanece.v

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