Frenos, metal y rutina interrumpida: choque sacude la Vía Rápida Poniente

La mañana avanzaba con prisa sobre la Vía Rápida Poniente, justo frente a los juzgados civiles y familiares del Poder Judicial, cuando una escena abrupta rompió la normalidad: dos vehículos se encontraron de forma violenta en una colisión que, por fortuna, no cobró más que el susto y algunos daños materiales.

Un Jeep, al intentar incorporarse al flujo incesante de la vialidad, impactó contra un Subaru. El golpe fue lo suficientemente fuerte para desestabilizar al primero, que terminó trepado sobre el muro de contención, como si el concreto buscara contener algo más que autos: tal vez el estrés, la prisa o el descuido tan cotidiano de nuestras rutas urbanas.

No hubo lesionados. Solo conductores saliendo con el corazón acelerado, revisando los fierros torcidos, intercambiando palabras que van de la frustración a la resignación. Policías municipales tomaron nota. El tráfico se ajustó. La ciudad siguió.

Pero el choque dejó otra lección no escrita: en una ciudad donde las vialidades se vuelven extensiones del caos cotidiano, basta un segundo, una decisión apresurada o una falta de atención para que todo cambie. Para que el tiempo se detenga justo donde nadie lo espera.

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