TIJUANA.– En medio del caos y el humo espeso, un pequeño gatito negro volvió a respirar. Sus pulmones se detenían, su cuerpo inerte parecía rendirse. Pero en el segundo piso de una vieja cuartería usada como hotel en la Zona Norte, no estaba solo. Un bombero, de nombre Pedro Perfecto Lugo, se arrodilló frente a él y, con manos entrenadas por años de emergencia, le devolvió la vida con una dosis de oxígeno y esperanza.
La escena ocurrió este lunes, cuando un conato de incendio en la intersección de la avenida Baja California y Revolución activó la respuesta de al menos 15 elementos del Cuerpo de Bomberos. La llamada de auxilio no hablaba de llamas descontroladas, pero sí de peligro. Al llegar, los primeros cuatro bomberos subieron al segundo nivel y localizaron el foco del fuego: un cuarto cubierto de humo, con personas y animales atrapados.
Mientras las mangueras sofocaban el incendio, otras manos se encargaban de salvar lo más valioso. Dos personas fueron evacuadas con éxito y ocho animales —perros, gatos y una historia que apenas comenzaba— fueron rescatados. Uno de ellos, el gatito negro, se convirtió en símbolo del día: rescatado en paro respiratorio, estabilizado con ventilación asistida y devuelto a los brazos que lo esperaban temblando al pie del edificio.
No hubo pérdidas humanas, pero sí muchas historias detenidas por unos minutos en la frontera entre el desastre y el alivio. Las autoridades aún evalúan los daños estructurales y la habitabilidad del lugar. Pero lo que quedó claro fue que, en esa cuartería, los latidos no se apagaron gracias a quienes están entrenados para enfrentarse al fuego… y también al olvido.