Tijuana, B.C. — La noche cayó sobre la ciudad, pero la vida de un hombre también. Era martes y la Vía Rápida Oriente seguía rugiendo con su habitual tráfico, cuando un intento por cruzarla terminó en tragedia.
Un ciclista, cuya identidad aún no ha sido confirmada, fue atropellado mientras intentaba atravesar la vialidad a la altura de la colonia Los Álamos. El vehículo involucrado, una camioneta Ford Ranger con placas de Baja California, lo impactó con fuerza. El conductor permaneció en el lugar, en aparente estado de shock.
Paramédicos de la Cruz Roja llegaron poco después. Revisaron signos vitales. No hubo respuesta. El cuerpo del ciclista quedó tendido, cubierto con una lona azul, bajo la mirada muda de quienes pasaban por ahí. No se escuchaban sirenas, solo el zumbido lejano del tráfico detenido y los pasos calculados de los peritos de la Policía Municipal.
Agentes de la Fiscalía General del Estado, adscritos a la unidad de homicidios culposos, comenzaron a reconstruir el momento final: una bicicleta sin ciclista, una camioneta con el parabrisas roto, el cofre abollado… y la línea invisible entre la prisa de una ciudad y la fragilidad de un cuerpo humano.
Durante más de dos horas, el caos vial se extendió en dirección a la Zona Centro. Pero lo que verdaderamente quedó detenido fue el tiempo: un instante en que una vida se apagó y la ciudad, por un momento, pareció recordar que el pavimento también puede llorar.