Tijuana, B.C. — Eran apenas las primeras horas de la tarde cuando el silencio habitual de la colonia Hidalgo se rompió con la alarma de los vecinos: una nube espesa de humo comenzaba a salir por el techo y las ventanas de una vivienda solitaria en la esquina de Daniel Gaona y Sisneaga.
El llamado al número de emergencias movilizó rápidamente a los cuerpos de rescate. En minutos, dos máquinas extinguidoras, dos pipas y un equipo de 10 bomberos se presentaron en el lugar, donde confirmaron que se trataba de un conato de incendio al interior de la casa.
Aunque las llamas aún no consumían el inmueble, el humo ya había invadido gran parte del espacio. La vivienda, aparentemente deshabitada y en proceso de remodelación, representaba un riesgo latente para los inmuebles colindantes.
Los bomberos, con la precisión de quienes enfrentan lo impredecible a diario, iniciaron las labores para contener el fuego antes de que se propagara. El olor a ceniza se mezclaba con el alivio de los vecinos que miraban desde las banquetas, conscientes de lo frágil que puede ser la línea entre el susto y la tragedia.
Afortunadamente, no se reportaron personas lesionadas. Pero el episodio volvió a poner sobre la mesa el problema de los inmuebles en abandono o remodelación que, por descuido o malas instalaciones eléctricas, pueden convertirse en una chispa de peligro para toda la comunidad.
En esta ocasión, la reacción oportuna evitó que una columna de humo se convirtiera en titulares más trágicos.
