Un retorno detenido: largas esperas para cruzar por El Chaparral

Tijuana, B.C. . Como cada viernes, el regreso desde San Diego hacia Tijuana se volvió más que un trayecto: fue una prueba de paciencia. A medida que la tarde se transformaba en noche, la garita de El Chaparral se convirtió en un embudo donde el tiempo parecía detenerse.

Desde las 6:00 p.m., una marea de vehículos comenzó a acumularse sobre el Freeway 5. La fila, lenta y densa, se extendía con resignación hasta alcanzar tiempos de espera que rozaron la hora y media. Para muchos, era el cierre de una jornada laboral o de compras. Para otros, el inicio de un fin de semana en casa.

Adentro de los autos, las escenas se repetían: niños cansados, conductores revisando el celular, conversaciones silenciadas por el tedio. Afuera, los vendedores ambulantes caminaban entre los coches, ofreciendo desde agua hasta golosinas, como si intentaran aligerar el peso del tiempo atrapado entre dos países.

No hubo incidentes graves, pero el congestionamiento vehicular fue el protagonista indiscutible de la noche. La frontera —esa línea que a diario separa y conecta— volvió a recordarle a miles que cruzarla no siempre es cuestión de minutos.

Y en esa frontera, el ritmo de la vida se mide, muchas veces, en horas de espera.

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