Tijuana, B.C. — La tarde avanzaba entre el calor y el bullicio cotidiano, cuando el estruendo de una volcadura alteró la rutina sobre la Vía Rápida Poniente, justo a la altura del conocido “Puente Negro”. Una camioneta Toyota Tacoma roja quedó boca abajo, y dentro de ella, un hombre de la tercera edad luchaba contra los límites de la carrocería.
Tenía unos 65 años, camisa de cuadros en tonos neutros, pantalón y tenis oscuros. La gravedad del accidente lo dejó atrapado. Su complexión dificultó las maniobras de rescate, por lo que fue necesaria herramienta hidráulica y el esfuerzo coordinado de diez elementos del Cuerpo de Bomberos de Tijuana.
El supervisor operativo, Pedro Perfecto, confirmó que el conductor fue liberado y trasladado a un hospital en condición amarilla. Sus lesiones eran considerables, pero no comprometían su vida.
Mientras tanto, los carriles de baja velocidad se cerraron, el tránsito se detuvo, y cientos de automovilistas atestiguaron un recordatorio silencioso de cuán frágil puede ser una tarde común.
“Debemos insistir en el uso del cinturón y en la conducción responsable”, subrayó Perfecto. En una ciudad donde los accidentes han comenzado a coincidir en tiempo y espacio, cada volante girado con distracción puede tener consecuencias más allá del metal retorcido.