Centro de Tijuana, callejón de hierro y rutina: la tarde en que un taxi borró la tranquilidad

Por un instante, el callejón Rosales volvió a ser un lugar donde todo se detuvo. El chirrido metálico, el golpe seco, el crujir de las defensas. Después, el silencio incómodo de quienes observan con impotencia cómo la cotidianidad se rompe en un cruce mal calculado.

La tarde del viernes 4 de julio transcurría sin sobresaltos en la Zona Centro de Tijuana. Comerciantes vendiendo, peatones cruzando, taxis haciendo lo que hacen todos los días: recoger, dejar, doblar donde se puede. Pero en la esquina de la calle 11 y el callejón Rosales, un solo giro mal ejecutado fue suficiente para dejar tres vehículos heridos y una docena de testigos con la cabeza girada.

Un taxi de ruta, de esos que conocen cada rincón de la ciudad, intentó una maniobra que quizás creyó posible. No lo fue. Impactó primero a un Ford que venía en su trayecto. El golpe fue lo bastante fuerte para lanzarlo contra otro auto, estacionado, que nada tenía que ver con la escena, más que estar en el lugar y momento equivocados.

Los testigos no dudaron: “Fue el taxi, se metió de repente”, comentó un hombre que observaba desde la sombra de un poste.

Nadie resultó herido. No hubo ambulancias con sirenas ni gritos desesperados. Pero sí hubo frustración, teléfonos tomando fotos, y un perito que con cinta métrica intentaba reconstruir lo irreversible. También hubo un silencio más doloroso que el metal retorcido: el del dueño del auto estacionado, que aún no llegaba, ignorante de que su día ya se había torcido sin saberlo.

El centro de Tijuana volvió a su ritmo. El callejón Rosales siguió ahí. Pero los que lo vieron todo, sabrán que a veces, basta una vuelta mal pensada para descomponerlo todo.

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