Tijuana, B.C. — Lo que por años fue solo un lote más, lleno de escombros, desechos y olvido, se convirtió este martes en una amenaza latente para la colonia Obrera. A las 7 de la tarde, una densa columna de humo negro comenzó a ascender desde el corazón de un predio baldío sobre el bulevar Fundadores. Vecinos salieron alarmados; otros, solo miraron con resignación: sabían que algún día pasaría.
Dos estaciones de bomberos y 14 elementos fueron necesarios para contener las llamas que se avivaban entre bolsas, cartón, plásticos y restos urbanos que nadie había reclamado, pero que todos sabían que estaban ahí. El terreno, convertido en basurero informal por años, ardía como si la ciudad misma intentara deshacerse de su desidia a fuego abierto.
Durante casi una hora, el fuego fue sofocado con disciplina y precisión, sin que se registraran personas lesionadas ni daños en viviendas colindantes. Pero las huellas quedaron: humo espeso en el aire, cenizas en la banqueta, y la certeza de que el abandono también arde.
“Esto es un riesgo constante y nadie hace nada. La basura no llega sola, la tiran diario. Hoy fue humo, mañana puede ser otra cosa”, dijo un vecino mientras observaba a los bomberos replegar mangueras.
Las causas exactas del incendio aún se desconocen, aunque no se descarta que la combinación de basura inflamable y calor extremo haya sido el detonante. Un cigarro mal apagado, una chispa fortuita o incluso un acto deliberado pudieron encender un terreno al que nadie presta atención, pero que puede poner en jaque a toda una comunidad.
Lo que sucedió este martes no fue solo un incendio. Fue un recordatorio de que lo que se ignora, tarde o temprano, arde.
Fotografías: Miguel Montalvo.