Tijuana, B.C. — Frente a la Secretaría de Educación de Zona Río, el silencio fue interrumpido por consignas, carteles y una preocupación compartida: el miedo a que hacer su trabajo termine llevándolos a prisión. Docentes del Sindicato Estatal de Trabajadores de la Educación de Baja California (SETEBC) se sumaron a la protesta estatal en defensa del maestro Esteban “N”, señalado por omisión de auxilio tras la muerte de un menor ocurrida dos años atrás en una escuela de Mexicali.
El caso, que ha generado inquietud en el magisterio, involucra un incidente ocurrido en la primaria Eucario Zavala Álvarez. De acuerdo con los manifestantes, el maestro siguió el protocolo establecido: notificó a los padres del alumno tras el accidente y recomendó atención médica. Sin embargo, al día siguiente el menor falleció por complicaciones derivadas del golpe.
Hoy, Esteban enfrenta un proceso judicial que muchos de sus colegas consideran no solo injusto, sino alarmante.
“Ya es un pánico el que sienten los docentes, el que a un niño le pase algo y podamos llegar a la cárcel. Estamos muy preocupados porque todos podemos ser Esteban”, expresó María Virginia Pimentel Muñoz, coordinadora regional del SETEBC en Tijuana.
Los maestros denuncian que la resolución judicial no solo compromete la integridad de un colega, sino que envía un mensaje peligroso: el del abandono institucional frente a situaciones que escapan del control del aula. En sus pancartas y voces, no solo exigían justicia para Esteban, sino garantías para ejercer su profesión con responsabilidad y sin temor.
La protesta no es solo por un maestro, sino por una estructura educativa que, según los docentes, necesita revisión profunda. “Somos responsables del bienestar de los alumnos, sí, pero no somos omnipresentes. Cuidamos a decenas o incluso cientos de niños cada día”, reiteraron.
Los manifestantes hicieron un llamado urgente al diálogo con las autoridades para revisar protocolos de actuación ante emergencias, y definir claramente los alcances y límites de la responsabilidad docente.
Mientras tanto, Esteban espera sentencia. Y fuera del aula, cientos de maestros temen que mañana pueda tocarles a ellos.